lunes, 11 de marzo de 2013

Marruecos



Tiñe de sales marinas los muros
tras generaciones sucesivas
donde parece que el tiempo se estanca.

Brilla cuando el sol la adorna de blancos destellos
hasta cerrar el alba.
Choca en las rocas
que tras tanto tiempo
aguarda conchas incrustadas
el agua del mar de Assilah.

Morenos de pieles oscuras 
interrumpen el paisaje,
de almenas, mezquitas, y vendedores ambulantes.
Pasean sin dar cabida a ser libres
a burros que llevan cargadas sus cestas de mimbre.

Mujeres de cabello oculto sonrían tímidamente
al ver pasar tanta gente de nacionalidades diferentes.

Bordan los sastres tapices,
de colores, brillos, y diferentes matices.

Mercados de frutas abastecidos,
personas que con sencillez viven sus vidas
sobreviven en medio de este capitalismo hueco
con humildad, ofrecimiento y confianza, sin tener en cuenta el dinero,
y así es como a mí viniste
tras perseguirte como a un deseo,
ciudad de Marruecos.





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