jueves, 30 de enero de 2014

Desnudo verbal profundo

Lo veo y no lo creo,
lo toco y es tangible,
las cosas que me dijistes algún día se hicieron realidad.
Pero corto,
aún así lo quiero,
como querría tatuar los momentos contigo en mi cuerpo,
para que así no se acabaran nunca.
Y paseamos,
y mis pasos van más lentos
buscando algún camino que no lleve a ninguna parte,
así atraparte, obligarte a que te quedes conmigo un rato más largo,
Me fui de España, me fui de ti,
porque el hecho de no poder amarte se me hacía insoportable.
Traduje el: Te voy a echar de menos, quédate,
por decidir irme para hacer los tragos menos amargos.
O eso creía,
porque me sigue amargando todo tanto.
Me sigue doliendo lo más profundo
no poder verte ni tocarte ni abrazarte cuando lo necesite.
Pero eso pasaba a ratos,
cuando entras sin permiso y mis dedos no te esperan,
pero tiemblan igual que cuando entras con avisos.
Debería cuidarme más,
al menos no debería quererte tanto,
porque sigo teñida de ti,
e impregno tu imagen por todas partes,
aún no estando aquí,
aún sabiendo que no estarás nunca más,

sigo teniendo la esperanza de que volverás algún día.

domingo, 26 de enero de 2014

Reencuentros

No venía a tu guarida desde aquel día en que mis oportunidades quedaron desbancadas al ver que ya en la cama otra tenías.
Cuando las heridas, en carne viva, no soportaban ya ni un soplo de aire.
Pasó toda mi piel a estar inerte, tus caricias eran ya dagas que cruzadas me hacían gritar que por qué ya no me quieres.
A todos los relojes se les detuvieron los segunderos, parándose así el tiempo en el momento exacto en que una parte de mí murió.
Cualquier sombra en la más oscura niebla creía que eras tú, imaginándome que volvías.
Pero ya ni el azul despejado del cielo me sonreía.
El mundo era un abrumador silencio sino escuchaba tu voz, ningún rostro obtuvo mi reconocimiento sino estaban tus ojos tras ellos, los ruiseñores ya no cantaban su canción de la mañana.
Descubrí qué era un precipicio para al segundo caer en él, el vacío era el mejor camino si ya nunca más nuestros destinos, volverían a coincidir.
Más de un año hace ya de eso.
Tú cama hace mucho que no se infectaba de mi saliva.
Mis brazos hacía mucho tiempo que no te acariciaban en un ambiente nocturno.
Tus ropas ya no recordaban que era adaptarse a mi piel cuando las usaba de pijama.

Pero todo ha cambiado y con ello la naturaleza de las cosas, y a pesar de todo, nunca he aprendido a despedirme de ti.

jueves, 16 de enero de 2014

Casi toda yo

Por lo que fui algún día y por todo lo que me queda por ser.
Por los enfados afligidos que me tomo sin necesitarlos arrugando a ratos la piel.
Por sentirme tan bien y parecer que me estoy enamorando porque el cuerpo de serotonina parece inundado.
Por los sueños que tuve y los que me quedan por cumplir.
Por todos mis impulsos que me han llevado hasta donde pisan mis pies hoy.
Por las ganas de morderte hasta casi masticarte.
Por rozar el paraíso con solo imaginarte a mi lado.
Por querer siempre ser feliz, y no tener otra motivación en mente.
Por los dejarse llevar a tiempo, y romper las reglas en el debido momento.
Por ser como soy, sin más complicación que como quiero ser.
Por los abrazos gratis dados con ternura y por los que di sin ganas.
Por las noches en las que vi la luna brillante, y por las que en la almohada lloraba.
Por ese columpio de emociones que en mi habita,
por las sonrisas que regalo sin previo aviso que generosa se posa en el surco de mis pómulos,
por tocar el cielo de tu cuerpo,
por querer comerme el mundo en tan poco tiempo,
por el atrevimiento, la locura, y de vez en cuando, los excesos,
por quererme y por odiarme,
por atraerme y por odiarte,
por ser yo, y aún así, aguantarme.

jueves, 9 de enero de 2014

De nuevo apareces

Lúgubre, se encuentra mi lecho, al ver que pasa de nuevo otro año en el que tu cuerpo no ocupa el espacio que compartíamos juntos en el colchón.

Embriagadas que estuvieron mis sábanas de ti un día, en los que necesitaban tu elixir frecuentemente, pero la sobriedad que provocaste al irte las dejó en síndrome de abstinencia.

Las horas del placer de dormir juntos pasaron a polvos rápidos y a irnos, como si huyéramos de algo.

Huyes de mis ganas de querer pasar tiempo contigo.
Huyes de la posible idea de pensar que podríamos estar juntos.

Pero no escapas de mis labios cuando estás cerca, sino que los buscas.
Cacheas, palpas, exploras cada centímetro de mí para reconocer el cuerpo que algún día con frecuencia tocabas y que sigues conociéndolo igual de bien que entonces.
Reconoces la suavidad del tacto de mi piel, la textura del piercing de mis labios, y el encaje perfecto de nuestras bocas, que siempre lo fue.

Pero llegas y desapareces, lo justo para saber que sigo siendo yo y que aún no has encontrado a nadie mejor que me reemplace, y lo necesario para no volver a equivocarnos convirtiéndonos de nuevo en una pareja que no se entiende.

Por el miedo a equivocarte es utópica la idea de verte dos veces al mes.
Por el miedo a que de nuevo haya alguna lágrima en los rostros, a que tu tiempo de oro sea de nuevo compartido con alguien más, a que tu cama no me vuelva a echar de menos.

Por todas las parejas que terminan su relación y siguen viéndose.


“Hoy te puedes conformar con un polvo y nada más”.