lunes, 21 de abril de 2014

Mundiales

Te veo.
Sabía que iba a llegar el momento en el que te encontrase, pero cuando ocurre un extraño nerviosismo se apodera de mí, impidiendo expresar todas las ganas que tenía de verte, y considerándome incapaz de traspasar tu mirada con mis ojos cabizbajos.
Vuelvo a verte, tus ojos brillantes de color verde vuelve a rebrotar la felicidad que tardo normalmente en encontrar si no estás.
Y me tocas, y cada centímetro que rozas lo haces de forma perfecta y noto como nuestras pieles se compenetran al sentir, siendo los tactos sumamente agradables entre ambos, excitando así los poros de mi piel que piden a gritos que no les dejes de rozar nunca.
Tus abrazos, de los que más comodidad y sinceridad he notado nunca.
Tus besos, de sinceras ganas se implementan en mis labios.
Las ganas acumuladas que tenemos de vernos, concentradas en instantes efímeros, donde el tiempo pasa más deprisa de lo que queremos.
Donde siempre hay un final, y siempre se hace eterno el próximo encuentro.
Donde cada momento vivido queda grabado como a fuego en nuestros pensamientos para poder ser revivido hasta la próxima vez.
Donde el sentido del tiempo o el espacio no ocupa lugar en nuestros adentros, solo existe al amar.
Amar sin medida en ese mismo momento que está sucediendo, antes que arrepentirte de lo que no pasó, o antes que desear hacerlo la próxima vez. Hagámoslo ya.