miércoles, 1 de junio de 2016

Pupilas

Tengo alucinaciones visuales.
Reales o no, veo tus pupilas en cada esquina, que hacían eco de la última vez que pronunciaste mi nombre.
Los lirios, que recién crecidos, no tienen otro olor que el tuyo,
las mañanas, que me abrazan, cuando el sol sale, como si estuvieras tu conmigo en la cama.
Y dejo paso al desnudo de tu sombra, cuando corre alrededor una corriente de aire fresco, y creo que eres tú también.

Desnudez y frío, cuando te desprendiste.
Menos mal que la calor a veces vuelve aunque sea propiciado por este maldito temporal que hierve a veces, incluso.

Desear volar, y caminar entra las nubes, dejando atrás toas las pieles, recuerdos y sueños perdidos.

Qué hacer, si la ficción y realidad se mezclan y no existen diferencias entre ambas.
Qué hacer si la rutina de verte no existe, porque no te veo casi nunca.

O cuando la noria, cansada de dar vueltas, decide pararse, dejándome arriba y sin salida.

Pero qué sabrán vosotros, si ya nadie cree en el amor y todo está desordenado.
Pero yo te vi, las pupilas, en cada sitio que iba, y me recordaba que del todo no te fuiste.
Pero yo te sentí, te aluciné, y te reviví en recuerdos nítidos que incluso me erizaban la piel.

Dejen volar los corazones.

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