miércoles, 1 de junio de 2016

Pupilas

Tengo alucinaciones visuales.
Reales o no, veo tus pupilas en cada esquina, que hacían eco de la última vez que pronunciaste mi nombre.
Los lirios, que recién crecidos, no tienen otro olor que el tuyo,
las mañanas, que me abrazan, cuando el sol sale, como si estuvieras tu conmigo en la cama.
Y dejo paso al desnudo de tu sombra, cuando corre alrededor una corriente de aire fresco, y creo que eres tú también.

Desnudez y frío, cuando te desprendiste.
Menos mal que la calor a veces vuelve aunque sea propiciado por este maldito temporal que hierve a veces, incluso.

Desear volar, y caminar entra las nubes, dejando atrás toas las pieles, recuerdos y sueños perdidos.

Qué hacer, si la ficción y realidad se mezclan y no existen diferencias entre ambas.
Qué hacer si la rutina de verte no existe, porque no te veo casi nunca.

O cuando la noria, cansada de dar vueltas, decide pararse, dejándome arriba y sin salida.

Pero qué sabrán vosotros, si ya nadie cree en el amor y todo está desordenado.
Pero yo te vi, las pupilas, en cada sitio que iba, y me recordaba que del todo no te fuiste.
Pero yo te sentí, te aluciné, y te reviví en recuerdos nítidos que incluso me erizaban la piel.

Dejen volar los corazones.

viernes, 29 de abril de 2016

Fit me

Fit me, complétame, complet-moi, o hazlo en el lenguaje que quieras, o de la forma que quieras, pero hazlo.

Me gusta sentir que una parte tuya está en contacto conmigo, de forma espiritual, física, eso ya no importa ahora, pero hazlo.
Tengo espacios para ti reservados en la cola del corazón. Te aviso que a veces hay sobrecarga pero otras puedes pasar fácilmente, y allí estará esperándote tu mesa siempre atenta a tus demandas.
Un arcoiris aflora cuando te acercas y te paras en mi estación, da igual por cuanto tiempo sea.

Antes de ti, solo se me erizaba la piel cuando las notas de algún instrumento me emocionaban.
Antes de ti, no apreciaba los colores tan vivos a mi alrededor, ni veía tanta maravilla en la naturaleza.

Antes de ti sentía que no pertenecía a ningún sitio, ni lugar, todo se rodeada de vivencias sin encasillar, sin sentido. Pero un día, te conocí, y todo fue diferente.

Tipos de persona

He visto como miles de pájaros volaban alto y danzaban en el cielo acompañándose del viento, disfrutando de su capacidad de volar.
He visto como personas modificaban su camino creando nuevos trazos en el destino de su ser.
He visto muchos ojos brillar y radiar de felicidad, de amor, de satisfacción personal.
He visto como algún adulto lloraba a ver algún niño rebosante de felicidad y arrepentirse de no poder disfrutar la vida de la misma forma.
He visto a personas encerrarse en sus casas y lamentarse y refugiarse de la lluvia, como si de lava se tratase, luego he visto aquellos que han cantado, bailado y se han bañado en el mar desnudos mientras las gotas descendían por su cuerpo.
He visto a personas que desarrollaron ansiedad y las noches de insomnio se apoderaron de ellas por no poder controlar el presente. Luego he visto a otros, que hacían de la improvisación su modo de vida, que sin esperar nada, todo lo acogían con mucho más agradecimiento y disfrute.
He conocido a personas, muchas, obsesionadas con el amor, e idealizándolo, pensando en que la perfección en persona vendrá a su puerta algún día haciéndoles realidad todos sus deseos. Luego he conocido a aquellos otros que se limitaban a ser como eran, a amar como eran, si pretender disimular su verdadera identidad y queriendo de la forma más sincera.
He conocido a personas muy frías emocionalmente, que aún viviendo situaciones muy trágicas no les vi una lágrima derramar. Luego están aquellos que sienten, se emocionan, están llenos de vida y riqueza sentimental, a los cuales admiro por disfrutar de tantas cosas.
He conocido a almas libres, almas apagadas, personas impulsivas y aquellas que no hacen nada por miedo a, he conocido a personas que viven sin miedo haciendo las cosas que quiere hacer y que nunca se arrepentirá por no perseguir sus sueños, he conocido a muchos más, que no han hecho ni un cuarto de lo que realmente hubiesen querido hacer, por muchos miedos, la mayoría infundados, y sabiendo que no es la seguridad la que da la felicidad.
He conocido a ricos y a pobres, a borrachos y drogadictos, a inteligentes y a más torpes. Bohemios, y algunos más pijos.
Pero a los que realmente tengo envidia  de los que aprendo siempre es de aquellos que nunca dejan de aprender a abrirse y a autorrealizarse ellos mismos, dejando abrir puertas cada día y vivir nuevas expereincias, sin miedo al que pasará, solo aprendiendo, y de ahí, solo de eso, podremos avanzar, equivocándoss. Permítete cometer errores alguna vez.

jueves, 31 de marzo de 2016

Actuación hipócrita

Espectáculo,
como la canción de Iván Ferreiro.
Actúas bien sin ser actor,
encandilas, haciendo que todo el mundo pose sus oídos y atención cada vez que dices algo.
No sé la medida de tu magnetismo,
ni ante cuantos representas también la obra.
Luego, el conocerte mejor, no existe.
Es como que si fueras sólo el papel que representas toda tu vida y no existe nada más, eso, o que hace tiempo que no le das pie a abrir tú yo, y solo vemos el actor sin serlo que encandila como si de una bomba atómica se tratara por donde quiera que pasa.
Pero luego, llega el momento de la verdad. No quiere citas íntimas, se pone nervioso.
No conoce que la vida es más que una obra, o al menos, es más real que la que él representa.
Pero le da miedo, y le huye.
No sabe la diferencia entre actuación y realidad, acción de verdad.
Viendo ya detrás de esos ojos fulgurantes una barrera impasible a poder sentir algo.
Un miedo a lo que no quiere que ocurra, y yo, ya no veo el chico que destella simpatía y magnetismo, derrochando encanto. Y yo, ya no veo ese espectáculo que veía posado ante mis ojos cada vez que él aparecía. Ahora veo el chico inocente que no sabe nada de la vida.

Sino sabe nada del amor, se pierde, la parte más maravillosa de la vida, y eso no existe en ningún guión, ni en ninguna obra de teatro. Está abajo, en el corazón, y ahí que dejarlo sentir para experimentarlo.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Hoy te quiero libre

Hoy te quiero libre, mañana también.
Quiero que corras, que bailes, que te desnudes, que grites, que te expreses como quieres, que hagas lo que quieras en cada momento tuyo y de tu vida. Porque así elegí quererte, tal y como eres, y porque lo que conocí, cuando quise estar contigo, eran todas esas cosas que hacías libremente y que a mí me encantaban.
Puedo quererte a veces mejor que otras. Puedo demostrarte mi amor unas veces más que otras.
Puedo querer vivir contigo, o dentro de ti.
Pero si alguna vez intento de manera inconsciente cambiar algo de ti, ignórame por favor, tápate los oídos y nunca me escuches, porque de la forma que más quiero tenerte a mí lado es haciendo lo que haces y siendo como eres, así que siempre, siempre, de la forma que te quiero ver es siendo completamente libre. Y si quieres, entonces, compartir tu libertad con mis sueños, aquí estaré, para intentar disfrutar y vivir los momentos dándonos mutuo placer, felicidad, apoyo, y deseo, y todo lo que pueda ofrecerte mientras te expandes, creces, vives, lloras y ríes, alma libre.

Me fugo

Hay veces que fugo, de la palabra fugar, pero yo, conmigo, a solas, o dentro de mí.
Nadie se da cuenta, o sí, pero me da igual.
Cojo mis atavíos, no materiales, sino mentales y me los llevo a otra parte. A un rincón dentro de mí que nadie conoce.
Sí, a veces me crea un poco de ansiedad encerrarme en mí misma de tal manera, pero a veces lo necesito.
Quizás lo necesite por esa cobardía de mostrar lo que siento realmente a veces, quizás porque a veces pienso que lo que siento no debe ser razonable con mi personalidad, o mi edad, y eso me pesa; quizás porque a veces yo misma ni siquiera quiero pensar esas cosas. Pero hay veces que los pensamientos que no quiero pensar se me incrustan en mi débil cerebro haciéndome flojear y me persiguen las horas que estoy despierta e incluso en sueños, no dejándome descansar. Llegando casi a la obsesión.
Es por eso que a veces me fugo, cojo mis pedazos internos, buenos y malos y me los llevo a otra parte que nadie conozca donde me sienta a salvo.
El problema es que cuando me alejo de mí misma, también me alejo de los demás. Huyo de mí, y de todo, y eso a veces es lo que me gustaría cambiar.
Que no sé fugarme solo de mí misma y de mis pensamientos disruptivos que interrumpen mi últimamente, gran estabilidad y calma. Así que quiero que se vayan pero nunca sé como.
Y la única manera que sé es fugándome, de mí, de todos, pero ni eso ya funciona porque me aleja de ti.

Decálogo interno

Hay normas morales de las que no podemos escapar nunca,
nos sujetamos a ideas que creemos eternas, verdaderas y que perduran, aunque luego nos damos cuenta de que no es así, y todo se derrumba.
El amor que crees que es perfecto, siento decírtelo, no lo es.
El maquillaje de tu cara, no puede tapar tu falta de seguridad en ti misma o que ayer te echaran del trabajo.
Nos creemos filósofos bohemios eternos del amor, pero luego cuando lo vivimos dentro somos un mero ser humano más que se enamora, hace locuras, vive maravillas pero también lo pasa mal.
A pesar de que decíamos que con nuestra personalidad, nuestra forma de ser y nuestras actitudes nos llevarían a tener una relación ideal, porque, nos creíamos sabios del amor y de la verdad absoluta.
Y la realidad es que no entendemos una mierda, porque escapa a la razón, se te clava, enaltece tus emociones o las tira por el suelo cuando sabes que no lo vas a ver, que ya no te quiere o que en su pasado guarda miles de vivencias que tienes miedo de que se vuelvan a repetir contigo, eso sí, con el tiempo.
Al principio cuando te lo cuenta, todo es perfecto, maravilloso, y crees que la persona perfecta que encaja y combina contigo al cien por cien, como si de un puzzle perfectamente fabricado se tratase.
Y así es también todo el tiempo.
Hasta que un día no sabes por qué y todo deja de ser perfecto, quizás por un momento, quizás por un tiempo que se considera nimio al compararlo con todo lo bueno vivido.
Pero entonces te das cuenta de que eres una sierva más del amor, que todos somos esclavos y aprendices en sus garras, y que mienten aquellos que creen que lo harán perfecto cuando les pase, porque les absorberá y los dirigirá por sus deseos como nunca creían que se dejarían manipular.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Metaforo

Hay pezones en tus palabras,
semen en mis abrazos,
sábanas perfumadas de tu olor corporal.
Hay pasión en mi sudor,
gemidos como forma de comunicación,
cristales con vaho reflejando calor en este pleno invierno.
El verbo excitarse cumple bien su acción,
la erección lo acompaña como sustantivo
y el sujeto que lo lleva acabo somos tú y yo.
Hay dedos viciados de deseo
órganos pidiendo sexo,
corriéndonos; el predicado.
Dime tú si no saqué sobresaliente en lengua
si me sé toda la sintaxis de tu boca.

Maneras de quererte

Te quise a ratos, cuando me tocabas con palabras, me besabas con miradas y me hacías el amor sin tocarme un ápice.
Te deseé otros pocos, cuando tus cálidas manos rozaban mi columna vertebral con su debido tacto.
Cuando me matabas mordiéndome los labios, o conectábamos las partes de nuestro cuerpo de las que somos complementarias.
Te amé otras tantas, cuando me entregaste todo de ti como un libro abierto en el que me dejabas descubrirte en cada página,
cuando sabías que estaría ahí antes de decirte que te necesitaba.
Sé que nuestras piezas de forma casi perfecta encajan.
Y por último te adoré, sin altar y sin rezarte, adoré sin más tu modo de ser, que ya lo quisieran otros muchos dioses.

jueves, 28 de enero de 2016

Salto al vacío

Riesgo.
Cuando no esperas nada de la vida ni te cierras a nada, es cuando recibes y te encuentras con las mejores cosas, que inesperadas, dejas que entren, un poco en ti. Te cautiven e hipnoticen.
Así lo hice yo, contigo.
Sintiéndome como un salto al vacío en el que no sé si caeré, o el paracaídas funcionaría a mitad de camino para salvarme, para salvarnos.
Me dejaba llevar, fuera cual fuera el destino.
No tenía miedo de lo que fuese a pasar.
Ahí es cuando realmente te encontré. Te deseé. Experimenté partes de ti, y entregué trozos de mí que en la más remota vida pasada hubiera hecho.
Siempre por el miedo a herirnos, siempre por la certeza de que todo se iba a acabar, en cualquier punto. Por eso no me exponía nunca de forma completa, al menos, una parte de mí se reservaba para no ser herida en la batalla.
Pero ahora no me importa. Sé que si hubiese dolor, no sería tan grande como los momentos placenteros que vives cuando te descubres y te expones entero.
Y así pienso seguir, exponiéndome tanto a ti hasta que me conozcas como yo no he sido capaz de hacerlo conmigo nunca. Y que me arañes o me lastimes, eso ya da igual, porque nunca ganaría la batalla de todo lo bueno vivido.