domingo, 21 de abril de 2013

Somos polvo

Hoy somos lo que somos hoy, porque entre ayer y mañana hemos cambiado, nunca somos iguales, nunca sentimos lo mismo.
Hoy acepto y soy algo que ni yo misma puedo explicar.
Mi rostro será mañana el mismo que hoy pero sutilmente modificado.
Cambiamos tan despacio que no somos conscientes ni podemos percibirlo.
El tiempo es el culpable de que nada permanezca en su sitio.
El tiempo es el culpable de las arrugas, del tiempo muerto que paso en mi mundo sumido de pensamientos, el tiempo es quien manda en esta vida repleta de incongruencias que compite en busca de sentido alguno.

Estamos aquí de paso, averiguando quienes somos sin terminar de descubrirlo nunca, cuando ya hemos marchado.

El tiempo es culpable de la duración de los sucesos, de las marcas y las arrugas de la piel, de las heridas internas que pueden o no estar cicatrizadas y empastadas con mejores sucesos.
Pero el tiempo pasa, los días de sol se acaban, y miles de noches la luna los acompaña, mientras tú sigues ahí, preguntándote quién eres hoy y en qué te convertirás mañana.

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