viernes, 19 de abril de 2013

Permanencia en las nubes

Permanentemente en las nubes.
Vuelo, aterrizo, observo por un momento lo que hay a ras del suelo, y a los pocos minutos vuelvo a subir.
Me gusta estar aquí.
Aquí solo estoy yo, sin nadie que me interponga como debo ser, como debo sentir, en qué debo creer, o qué moralidad debo seguir.

Aquí decido si odiar, si soñar, imaginar todo aquello que está prohibido en la vida real.
Pero yo en mi interior, lo vivo.

Aquí decido que la vida va tejiendo los acontecimientos que vivimos formulando así nuestro pasado.

Decido e imagino que te veo, que te toco, que tengo tu olor grabado en mi cabeza cada vez que lo elijo.

Aquí todo es permanente si yo quiero, aquí existe lo que quiero tener, imaginar, ver, sentir.
No existe lo que no pienso, lo que para mí no tiene importancia.

Así que sabiendo esto ahora entenderás por qué prefiero la permanencia en las nubes, por qué las preocupaciones no ocupan espacio suficiente en mi vida, y por qué prefiero disfrutar al día, lo poco que tenga.

Y sabiendo todo esto, tú sabrás si te mereces ocupar ese espacio de mis pensamientos permanentes en el que siempre me encuentro inmiscuida.

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