Vienes, y en tu rostro observo el aspecto de hombre cansado, cansado de mis distancias, de mi desapego por todo y mi frialdad para ti, incomprensible.
Cansado de pensar que mañana tal vez cambie de opinión y te diga que quizás me apetezca empezar lo que nunca existió.
Pero ahí vuelvo yo, sin volverte a engañar, diciéndote que no, que aterrices ya, no te voy a esperanzar así que no te ilusiones más, porque el momento que llevas esperando nunca llegará.
Que puedes vivir sin mí, que no soy más que una obsesión para ti, nada más allá de la realidad córporea y personal que has observado ya. No hay nada más que te pueda impresionar.
No quedan sueños en los que sea tu protagonista principal.
Te animo a que te animes a conocer, a que quieras aquello que tanto ansía tu ser.
Conocer a alguien con quien vivir, compartir y soñar, todo aquello que aunque no me creas, yo no te voy a dar.
miércoles, 20 de febrero de 2013
martes, 12 de febrero de 2013
Primera vez
Manos que tiemblan al rozarlas,
pómulo que se ruboriza al besarlo,
cristales tintados de un viejo carro,
dedos que no saben por donde empezar el tacto.
Comienza el acto con miedos y pretensiones,
la conciencia insegura da paso a la vergüenza
que se deja ver a través de sus ojos.
No sabe por donde empezar a tocar,
si a ella le gusta lo que está haciendo,
no para de pensar si lo está haciendo mal,
y ella, con la tensión que se percibe en su rostro
intenta dejarse llevar, pues no sabe hacerlo de otro modo.
Comienzan a desvestirse dejando ver sus cuerpos juveniles
en la oscuridad de ese antiguo carro.
Explorando sus pieles por primera vez,
conociendo algo que se morían por conocer,
pero sin ser tan llevadero como lo imaginaron.
Descubrieron su sexo de forma paulatina,
con quien ellos eligieron que pasaría.
Su primer acto íntimo,
aquel que siempre se recuerda,
aquel que siempre da vergüenza al recordarlo.
pómulo que se ruboriza al besarlo,
cristales tintados de un viejo carro,
dedos que no saben por donde empezar el tacto.
Comienza el acto con miedos y pretensiones,
la conciencia insegura da paso a la vergüenza
que se deja ver a través de sus ojos.
No sabe por donde empezar a tocar,
si a ella le gusta lo que está haciendo,
no para de pensar si lo está haciendo mal,
y ella, con la tensión que se percibe en su rostro
intenta dejarse llevar, pues no sabe hacerlo de otro modo.
Comienzan a desvestirse dejando ver sus cuerpos juveniles
en la oscuridad de ese antiguo carro.
Explorando sus pieles por primera vez,
conociendo algo que se morían por conocer,
pero sin ser tan llevadero como lo imaginaron.
Descubrieron su sexo de forma paulatina,
con quien ellos eligieron que pasaría.
Su primer acto íntimo,
aquel que siempre se recuerda,
sábado, 2 de febrero de 2013
Guerra de conflictos
Hoy los lagrimales del ojo me gritan
que no los moje de agua salada esta vez.
Que escuece ya la sal en las heridas
que aún se están cicatrizando.
Y mira que estoy controlándome para
evitarlo, pero sin querer, el orificio se va llenando hasta expulsar
la lágrima, despacio.
Derramándolas de nuevo en las heridas
que no se han cerrado.
Suplicándome que no vuelva a hacerlo
más, que por qué presiono para mantener esta llama que hace tanto
se ha apagado.
Que no veo todo el tiempo que su
desinterés me ha demostrado.
Que no observo las costuras que cierran
mi piel del tiempo en que me estuve recuperando de su dejadez.
Que aún así, como puedo creer en él,
si nunca se dio la vuelta para darme la mano, si nunca me recogió
del camino cuando fui pisada por tanques de sus actos.
Que aún así, siempre fui detrás de
él, suplicándole volver, suplicándole que me dejara agarrarme a su
brazo.
Y que como, tras abandonarme tanto,
seguía necesitándolo a mi lado. Como deseaba seguir dándole un
abrazo, como seguir con mis manos, el trazado de sus labios antes de
besarnos.
Y como entre toda esta guerra de
conflictos donde fui matada varias veces, sigo volviendo al campo,
siendo consciente de mi estado y de que me tocará perder otra vez.
Que como habiéndome grabado la derrota
en fuego, seguía luchando.
Luchando por algo que ni siquiera sé
si existe, reavivando algo que no sé si tiene vida, provocándome
una vez más mi propia muerte.
Fugaz
No puedes comprar mi tiempo, ni mis
ganas.
Ni siquiera puedes obligarme a quiera
compartir un intervalo de tiempo contigo.
No puedes gritar mi nombre en un monte
desolado,
porque ni siquiera en ningún momento
del año
vibrará mi nombre tu mente.
Cambiaste el no querer por el no poder,
excusando los momentos en que no me
querías ver
con una cantidad de eventos concurridos
que requerían tu persona.
Cambiaste los silencios por distancia,
los halagos por palabras vanas,
el amor por la desgana.
Un querer verme por no recordarme,
besos que desprestigiastes,
caricias que ya no me dabas
amor que me arrebataste.
Mi cuerpo aún te requiere
en todas y cada una de las formas,
le digo que no volverás,
pero parece darle igual,
todas las noches al lado de la cama,
enciende una vela para vislumbrarte,
el día que él sueña con que vuelvas.
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