martes, 8 de enero de 2013

Estamos contaminados


No me podría imaginar un mundo sin guerras.
Sin pobreza.
Sin odio.
Sin no vida.

Puedo seguir viendo miradas que guardan temores.
Dudas que comen todas las cabezas de cada ser humano.
Desesperanzas que sobreviven alimentadas de pensamiento.

Veo no vida cuando camino por la calle,
cuando veo la pobreza en cada esquina
que grita a voces poder vivir con lo suficiente
mientras a los niños pequeños pudientes
les regalan de todo lo mejor con cierto desaire.

Estamos contaminados de negro,
de mierda, de insensibilidad, y yo no quiero
me quiero negar a estar contaminada por esta sociedad.

Quiero que las calles respiren aromas de risas y felicidad,
que los ojos solo reflejen ilusiones
que los abrazos y los besos se den en todas partes,
que la tele diga la verdad.

Puestos a pedir, quiero importarle al político de turno que sin ni siquiera conocerme se preocupe por mis derechos.
Quiero que no existan las mentiras, que los humanos no dejemos de luchar por los sueños.
Quiero un mundo donde exista la paz, y solo el amor tenga hueco.
Que haya música por todas partes.
Que el sexo no sea pecado y que todos los cuerpos desnudos sean admirados.

Que no existan los complejos ni los prejuicios,
Que las armas estén cargadas de flores,
que la tolerancia reviente los rincones
y el color de piel no tenga importancia.

Puestos a pedir, quiero una sociedad utópica,
donde las felicidad no esté hipotecada,
donde la realidad se muestre clara
donde los sueños no valgan nada.

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