No me podría imaginar un mundo sin
guerras.
Sin pobreza.
Sin odio.
Sin no vida.
Puedo seguir viendo miradas que guardan
temores.
Dudas que comen todas las cabezas de
cada ser humano.
Desesperanzas que sobreviven
alimentadas de pensamiento.
Veo no vida cuando camino por la calle,
cuando veo la pobreza en cada esquina
que grita a voces poder vivir con lo
suficiente
mientras a los niños pequeños
pudientes
les regalan de todo lo mejor con cierto
desaire.
Estamos contaminados de negro,
de mierda, de insensibilidad, y yo no
quiero
me quiero negar a estar contaminada por
esta sociedad.
Quiero que las calles respiren aromas
de risas y felicidad,
que los ojos solo reflejen ilusiones
que los abrazos y los besos se den en
todas partes,
que la tele diga la verdad.
Puestos a pedir, quiero importarle al
político de turno que sin ni siquiera conocerme se preocupe por mis
derechos.
Quiero que no existan las mentiras, que
los humanos no dejemos de luchar por los sueños.
Quiero un mundo donde exista la paz, y
solo el amor tenga hueco.
Que haya música por todas partes.
Que el sexo no sea pecado y que todos
los cuerpos desnudos sean admirados.
Que no existan los complejos ni los
prejuicios,
Que las armas estén cargadas de
flores,
que la tolerancia reviente los rincones
y el color de piel no tenga
importancia.
Puestos a pedir, quiero una sociedad
utópica,
donde las felicidad no esté
hipotecada,
donde la realidad se muestre clara
donde los sueños no valgan nada.
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