miércoles, 29 de febrero de 2012

Reencuentro


Ella esperaba impaciente su llegada.
 Mirada de forma ansiosa tras la ventana.
Eran ya las cinco, hora que le indico que iba a llegar.
No paraba de moverse de un lado a otro. Llevaban ya tres años juntos, pero estas dos semanas sin verse le había vuelto a desearlo mas fervientemente. Hacia mucho que no se ponía nerviosa de esa forma, tan solo porque lo fuera a ver.
Se había puesto indumentaria algo sexy, ya que tenia muchas ganas de hacerlo con el, tras el reencuentro, y esperaba que el tuviera las mismas ganas.
¡Din-don!
¡Debe de ser el!
Los latidos del corazón se aceleraban a medida que se acercaba a la puerta. Miro sigilosamente por la mirilla. ¡Era el!
Abrió con lentitud la puerta y con una mirada tímida a la vez que huidiza.
Un abrazo inmenso se produjo allí mismo en el portal.
Debió de ser largo, pero tenían tantas ganas, que ni el tiempo contaba en aquel momento.

Empezaron a besarse mientras se dirigían hacia el salón.
No hubo palabras, dialogo, ni nada.
En aquel momento el simple hecho de encontrarse, era lo que querían, y expresarlo con el cuerpo, es a veces hasta de mas valor.

-Estas preciosa.-le dijo el, mientras le desabrochaba suavemente la blusa, a medida que no dejaba de besar sus pechos.
Se sentó en el sillón con ella encima, sin para de besarla, por todo el cuerpo.

Ella se estremecía con sus caricias y sus labios, pues estaba deseando reencontrarlos.
Se tumbo en el sofá, y empezó a lamerle los pechos suavemente, descendiendo poco a poco.
Ella sentía que el tiempo se había parado, y que no habia mayor placer que el que estaba recibiendo.
El contacto de las dos pieles le estremecía, produciendole una ruborizacion en la piel, a medida que el la tocaba con sus labios.

No cabía ya mas deseo en aquel estrecho lugar.
Ella le rozo la mano por encima del pantalón a el, mientras recorría su pecho con su boca.
Erizandole la piel, como el había hecho antes con ella.

Le paso los dedos suavemente por su boca, alternándolo con el roce de ambos labios pero sin llegar a besarse, rozarse, solo rozarse los labios...aumentando sus ganas y placer.

Ambos sin darse cuenta, estaban ya desprovisto de ropas.
Sintiendo ambas pieles.
Equiparándose la temperatura en ambos cuerpos.
El deseo de estar unidos se perpetuo, en lo que dura un café, en lo que dura escribir esta historia, en lo que muere el amor.

Pero pocas cosas podrán equipararlo en sensaciones unidas.

Nunca los encuentros sexuales son iguales, ni se siente lo mismo, por eso causan tanta adicción..



(sin tildes, sorry)

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