lunes, 22 de octubre de 2012

Desaveniencias

No es momento aún de olvidar. Es momento de consolidar recuerdos y experiencias vividas, que se han mantenido reforzadas durante mucho tiempo. Ya sabéis que cuando algo se refuerza, tiende a mantenerse. Pues esa estabilidad a la que sometemos cualquier acontecimiento que nos resulta placentero, queremos repetirlo. (Puede ir desde comer chocolate a tener una pareja). Hablo de esta segunda. Cuando compartes un vínculo con alguien durante mucho tiempo, duele más desprenderte de él, cortarlo, matarlo. Es como rasgar y romper una camiseta que llevas puesta, destrozarla. Antes era útil, te servía, te ayudaba a vivir, o a hacerte la vida más llevadera. Pero llega un momento, en que cuando la estabilidad se tambalea e irrumpe tu vida más que lo que la ayuda a mantenerla, debes desecharla. Pero desechar o romper algo que te lleva haciendo feliz mucho tiempo no es fácil. Consiste en tomar decisiones y realizar acciones que hacen daño. Nada agradable. Pero piensas en las consecuencias de esa rotura de vínculos y confías en que todo irá mejor, al menos devolverá la estabilidad nuevamente a tu vida. No puedes confiar tu vida a algo que hace tambalearla a cada día. Por un día que te haga algo feliz a la semana y seis te mantenga siempre en la incertidumbre, no puede merecer la pena. Tienes que buscar tu felicidad, la felicidad y la estabilidad emocional siempre van de la mano. Alguien que no sabe lo que quiere no te puede producir estabilidad emocional. Alguien que no quiere ningún compromiso tampoco. Lo ideal es que los dos hagan un pacto o contrato emocional y que compartan los mismos fines en la relación. Pero con alquien que nunca sabe que quiere no puedes establecer nada. Dejando el corazón a la deriva, sin timón, sin capitán, sin barco.

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