lunes, 1 de noviembre de 2010

Y no. Definitivamente no estoy echa para amar.
Corroboro que lo he intentado, no me he rendido fácilmente, pero no sirvo.
Supongo que como en una profesión, todos podemos aprender a realizarla, pero siempre habrá personas que sepan realizarla bien y otras no, bien por motivación o por otros aspectos que desconozco.
El caso es que yo no sirvo para amar, nunca conseguí aprender a amar, y ya se me pasa el plazo para aprender a hacerlo. Más bien, estoy en una época en la que tampoco me apetece aprender a hacerlo ,ya que ello ma cerraría todas las puertas que actualmente puedo tener abierta.

Me encanta la sensación de poder estar abrazada a cualquiera que te apetezca abrazar porque sabes que de esos brazos realmente se esconde un gran cariño, no es un abrazo superficial de los millones que te pueden dar en la vida.
Me encantan los besos en la boca que se dan sin tapujos y que simplemente transmiten el amor que le tienes a esa persona, y no amor del que todos pensamos no, amor del interior del alma, del que se percibe, de aquellas personas que no deshecharías nunca de tu vida porque forman parte de ella. Sabes que nunca te casarás con esas personas, ni por supuesto, tendrás hijos de ellos, pero lo que no dudas es que son enteramente especiales, que forman pedacitos de ti, que conforman tu personalidad al igual que irremediablemente también lo hacen tus padres.

Hace mucho tiempo que me privé de amar, me privé por el daño que temía que me hicieran, me privé por no sentirme débil y vulnerable como me sentí antaño.

Pero antaño quedó allí, lejos del presente y de mi actual vida. Porque no sé que pensaba ayer ni hace meses, pero hoy me he dado cuenta de la falta que me hace amar y ser amada, de lo maravilloso que es compartir amor, algo que no hiere a nadie ni hace mal a nadie, al contrario, llena de felicidad a quien lo da y quien recibe esa increíble capacidad que tiene el ser humano. Lo que pasa, que nos empeñamos en ser egoístas, en la monogamia que culturalmente se ha establecido, en perder la capacidad de mostrar afecto a todo aquel que realmente queremos, pero nos empeñamos en no poder, porque los celos son muy susceptibles, y los pensamientos que desviamos a otra persona que no sea nuestra pareja, ya lo percibimos como una amenaza, como algo que nos engañamos a reconocer, pero existe esa necesidad..lo que pasa que hasta que no se lleve a establecer abiertamente, nos negaremos de que eso ocurre, de que ninguno de nosotros tiene esa necesidad...cuando realmente deseamos poder mostrarla abiertamente.

1 comentario:

  1. No hay edad para aprender a amar. Hay épocas en las que crees que no se puede amar. Un poeta dijo una vez: "Amors non a partir ni dessembrar"

    Todo a su tiempo. :-)

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